26 de junio de 2012


Una mirada bíblica a los conflictos familiares

Hablar de conflictos al interior de la familia, es referirnos a un tema que en la actualidad se está abordando de distintas plataformas.  Considero de suma importancia que como iglesia tratemos el tema, y desde una perspectiva bíblica busquemos contribuir a nuestra sociedad, y en particular a su pilar básico, la familia.

Cuando vamos a la Biblia, nos encontramos de entrada en sus primeros capítulos con serios conflictos familiares:
Þ   La relación armónica del primer matrimonio (Adán y Eva) se ve alterada, producto de un conflicto que tiene como origen la incapacidad de ambos en asumir su responsabilidad en haber fallado a Dios; ambos se victimizan y culpan al otro de la tragedia.
Þ   La relación entre dos hermanos (Caín y Abel) es dramáticamente afectada por los celos y envidia que se anidan en el corazón de uno hacia el otro.  Caín, con un corazón contaminado por el odio hacia su hermano Abel, atenta contra él quitándole la vida. 

Seguimos en el relato bíblico, y nos encontramos con muchos casos en donde está presente el conflicto familiar: Los hermanos Jacob y Esaú, José y sus hermanos, Elí y sus hijos, Absalón y su padre David, El hijo pródigo y su hermano mayor, y unos cuantos más.

Los conflictos cada vez son más recurrentes.  En todas las familias es frecuente que se viva o se enfrente en algún momento un tipo de conflicto.  Podríamos decir que en una familia normal, “es normal que sucedan”; Lo importante es CÓMO ENFRENTARLOS Y RESOLVERLOS.  Un conflicto puede transformarse en una OPORTUNIDAD para la madurez personal y el establecer cambios que son necesarios o beneficiosos.

La Biblia nos declara que todo tipo de conflicto nace del propio conflicto interno del individuo producto de su naturaleza caída y pecaminosa.  “…pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? (1ª Co.3:3).  “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?... (Stgo. 4:1).  Muchos conflictos podrían ser evitados, pero dada la condición del corazón del hombre, se abre la puerta para que estos se instalen en medio de nuestras relaciones.

Un estilo de vida para evitar los conflictos: (Colosenses 3:12-16)
1.     Vestíos como escogidos de Dios: El hombre sin Dios se encuentra gobernado por su naturaleza carnal la cual se caracteriza entre otras cosas por las pasiones desordenadas, los malos deseos, la avaricia, la ira, el enojo, las palabra deshonestas, las mentiras, etc. (vs.5, 8, 9).  Ahora, el hombre que ha sido “escogido” por Dios (escogido: nos habla de la salvación por gracia en Cristo), es llamado a vestirse de un nuevo ropaje.
2.     Vestíos de entrañable misericordia: O en otras palabras, profundamente compasivos por los demás.
3.     Vestíos de benignidad, personas dulces, fáciles de llevar.
4.     Vestíos de humildad:  Esta comienza con nuestra relación con Dios y luego con mi prójimo
5.     Vestíos de mansedumbre: Es fuerza bajo el control del Espíritu
6.     Vestíos de paciencia: Es tener tolerancia para soportar los problemas.  Dios es paciente con nosotros; a pesar de nuestro pecado, El no nos desecha.
7.     Soportar y Perdonar: El soportar significaba estar dispuesto a sufrir por otras personas, pero no en el sentido de buscar que le hagan daño en forma pasiva, sino que debemos estar listos a sufrir por otros mientras procuramos ser de ayuda o estamos tratando de enseñarles algo. No es un mandato para algunos solamente, no hay excepciones. De la mano con esto va el acto mismo de perdonar; no podemos ayudar a otros si no estamos listos a perdonar” (Comentario M.Hispano)
Como Dios me perdonó, así debo perdonar a los demás; porque sólo perdonando se puede ser perdonado.
8.     Vestíos de AMOR: El amor no es estático, el amor es acción, es relacionarse, es hacer.  El amor debe impregnar todas y cada una de nuestras relaciones.

Resolviendo los conflictos en la familia: COLABORACIÓN
Þ   Ser honestos: Reconocer que existe un problema.
Þ   Actuar a tiempo: A penas se vislumbra un problema, enfrentarlo.  Esta medida es la más asertiva pues todos ganan y se evitan las graves heridas provocadas por los conflictos no resueltos.
Þ   Pedir ayuda: Hay problemas que no podemos resolver solos y necesitaremos del consejo o mediación de un tercero.
Þ   Hablar respecto al problema: Lo que más daña o ahonda el conflicto es el silencio o la incapacidad de diálogo.  Como familia tenemos el desafío de ejercitar y fortalecer el diálogo y la comunicación.  En esta parte es necesario ser honestos y en humildad saber escuchar. Se capaces de expresar lo que sentimos.
Þ    Establecer un plan de acción: Identificado el problema que genera el conflicto, procurar en conjunto soluciones.
Þ   Evaluar periódicamente el proceso de resolución del conflicto, y aplicar ajustes de ser necesarios.
Þ   Buscar juntos a Dios (Oración): Él no deja de estar presente en los conflictos.  Dios nos quiere y nos puede ayudar.  Cuando el conflicto ha causado daños, Él puede sanar y consolar al que sufre y nos puede dar una oportunidad para crecer.
Þ   PERMITIR QUE DIOS NOS CAMBIE: Con que sólo una de las partes se deje cambiar por Dios, ya hay nuevas esperanzas de paz y reconciliación.

Las consecuencias de los conflictos no atendidos o no resueltos generalmente conducen a escenarios muy lamentables: Violencia física emocional y sicológica, Autoestima dañada, Depresión, Adicciones… etc.
La iglesia, los pastores y ningún creyente deben permanecer indiferentes o pasivos frente a este tema.  Debemos pasar de la REACCIÓN a la PREVENCIÓN.  ¿Por qué tener que esperar que los conflictos estallen para recién hacer algo?

Daniel Bontes M.

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