6 de agosto de 2013

ALABANZA

ASA: (1º Reyes 15.9 -24; 2 Cr. 14.16). Fue uno de los reyes de Judá y es conocido como “el fiel Asa”.

Israel era una nación que no tenía rey. Dios era su rey. Sin embargo, ellos querían ver a su rey, por ello Dios le dijo a Samuel (profeta y último juez), que ungiera a Saúl como rey – luego a David. El tercer rey fue Salomón y con él el reino se dividió en dos: la parte norte (10 tribus) se siguió llamado Israel y la parte sur (dos tribus) se llamó Judá.

Ambos reinos tuvieron varios reyes. Algunos hicieron lo bueno ante los ojos de Dios y otros no lo hicieron. El padre de Asa fue fiel a Dios, lo mismo Asa.

Cuando subió al trono dice la Biblia que “hizo Asa lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios” porque hizo destruir todos los altares a otros dioses y también derribó los ídolos e imágenes a los que los judíos adoraban pecando contra Dios.

También “mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres y se pusieron por obra la ley y sus mandamientos” (2º Cr. 14.4). En otras palabras, Asa hizo que el pueblo se volviera a Dios, le buscara de corazón y cumpliera sus mandamientos.

Este fue la forma en que Asa alabó a Dios. Echando de su país el pecado visible: los ídolos, altares paganos, homosexuales. Trayendo la adoración: edificando altares al Señor, ofreciendo sacrificio, consagrando al pueblo y él mismo a Dios, confiando en el Señor. (15. 11 – 15).

Asa no fue un  hombre perfecto. También cometió faltas y pecó, pero su corazón estuvo siempre abierto al Señor. (15.17)

Aún entre un pueblo pecador, Asa hizo grandes reformas a favor del pueblo, acercó a Judá a Dios y fue un ejemplo de fidelidad para su propia nación, para Israel y los pueblos vecinos y paganos.

El desafío es para nosotros. Alabar a Dios con nuestras acciones y que los que nos rodean vean al Señor en nuestras vidas.

“Alegraos, oh justos, en Jehová; en los íntegros es hermosa la alabanza”
Salmos 33.1


NOE: (Gn. 8.20). Es uno de los personajes famosos de la Biblia. Muchos hemos oído del diluvio, el arca, los animales y el arco iris.

Noé es un hombre digno de imitar. El nació y vivió gran parte de su vida en un mundo muy corrupto. La humanidad se había alejado demasiado de Dios, por lo tanto El decide juzgar mediante el diluvio  para ofrecer  la esperanza de un nuevo principio de vida. Pero en medio de toda esa perversión Noé “halló gracia ante los ojos de Jehová” (6.8), fue esto lo que permitió que él fuera escogido como instrumento de salvación. Su fe, su obediencia y sumisión  a Dios (6.22) demostradas al saber del diluvio y construir el arca son dignas de destacar. Mientras construía el arca, Noé predicaba al pueblo, esto fueron 120 años. El les decía que debían arrepentirse de su mal vivir, pues sino morirían. Pero nadie le hizo caso. Sólo su familia le creyó. Fue así que sólo ocho personas entraron en el arca y no murieron.

Noé y su familia vieron en forma clara la mano de Dios guiándoles. Cuando las aguas hubieron bajado su nivel y ellos pudieron poner pie en la tierra firme, bajaron del arca y construyeron un altar al Señor para alabar su nombre y darle las gracias por su cuidado y amor, ofreciendo un holocausto. ¿Te imaginas la alegría de esta familia al pisar nuevamente tierra firme? ¡Cuán agradecido deben haber estado a Dios! Su alabanza debe haber salido de lo más profundo de sus corazones. Por eso no es extraño que el Señor se haya complacido de la ofrenda de esta familia y haya decidido no volver a destruir la tierra y la humanidad con agua.

En el capítulo 9 de Génesis encontramos un hermoso pacto del Señor con Noé, cuya señal aún la podemos ver en el día de hoy: el arco iris.

¡Qué lindo ejemplo de Noé! A pesar de la aparente improbabilidad de que sucediera lo del diluvio, él confió en Dios aunque toda la gente que le rodeaba era mala, mundana, pagana, idólatra, él fue fiel a Dios. Muchos deben haberlo creído loco, pero eso no le importó, obedeció al Señor y ahora tenemos su ejemplo en nuestra Biblia. A pesar de las dificultades aparentes, alabemos a Dios con nuestras vidas obedientes y confiadas a Él.


“No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria por tu misericordia, por tu verdad” Salmos 115.1

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