28 de noviembre de 2013

Disponiendo el corazón a buscar a Dios

El tema de lo que involucra buscar a Dios sin duda conlleva muchas cosas.  Lo primero en lo que pensamos es en dedicar tiempo de manera especial a la Oración, y en ello ya tenemos dos elementos, oración y tiempo.
Dios se relaciona con los suyos de distintas  formas, y habla a cada uno de forma personal.
Una de las cosas que debemos recordar, es que nuestra vida, nuestro ser, nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, y como tal, necesita de cuidados que involucran permanecer en comunión con nuestro Dios.
Encontramos un relato en la Biblia, en el Antiguo Testamento, en (2Cr. 28 y 29), donde se nos habla de cómo el malvado rey Acaz envió a apagar las lámparas y a cerrar las puertas del templo del Señor.  Conocemos cuánta disposición y cuidado hubo para construir dicho templo.  Acaz se dedicó a la adoración de ídolos e instruyó al pueblo a hacer lo mismo.
Al asumir su hijo Ezequías el reino se nos da a entender que una de las primeras obras de su reinado fua abrir el templo, cuando esto sucede se descubre que dentro del templo se había acumulado gran cantidad de “inmundicia”  (29:16).
Cuando disponemos nuestro corazón a buscar al Señor, debemos tener claroque tal vez El apuntará a través de Su Palabra a ciertas cosas que pudieran estar guardadas en Su templo que somos nosotros y que es necesario quitar.
A través de distintos relatos bíblicos encontramos a muchos siervos de Dios que dispusieron su corazón a buscarle y a querer hacer Su voluntad, cuando uno de ellos se dispuso, tuvieron que renunciar a algo, pagar un precio, para lograr esa vida de intimidad con Dios.
En el Nuevo Testamento encontramos el costo del discipulado, el llamado de Jesús es radical.  Pasajes como (Lc. 9:57-62; 14:25-33) nos hablan de un precio a pagar.
Buscar a Dios significa estar dispuestos a pagar ese precio, quizá tener que invertir el orden de nuestras prioridades, para dar lugar a la voluntad de Dios para nosotros, que pudiera ir en un sentido  distinto a lo que hemos planificado.
Hombres y mujeres, tanto en los tiempos bíblicos, como en todo tiempo, se han dedicado a buscar a Dios, a querer tener una relación más cercana y mejor con El, y aun cuando esto ha tenido su precio, sin duda los resultados han sido maravillosos, tanto en lo personal, en sus familias, congregaciones, lugar de trabajo o de estudio y donde desarrollen su vida, han impactado.
Volviendo al rey Ezequías, él vio el resultado de su búsqueda, el culto al Señor fue restaurado, y el pueblo volvió el corazón a su Dios.  Hubo limpieza del templo, fue quitada la inmundicia, las lámparas volvieron a ser encendidas, la eficacia del Evangelio y el dar testimonio con autoridad, también es resultado de una vida de búsqueda.
Las demandas de Jesús fueron acogidas por aquellos que estuvieron dispuestos hasta a ofrendar sus vidas para que el Evangelio corra y muchos más alcancen salvación.
Comencemos a abrir las puertas del templo, nuestra vida, para que Su Palabra que es lámpara ilumine y muestre que cosas no le son gratas y en obediencia y consagración renunciemos a ellas en completa limpieza de corazón.
Con el fin de ver el fruto de ello, vale la pena dedicar tiempo y disponernos a quitar todo lo que pueda estorbar Su obrar en nosotros.
Necesitamos disponer nuestro corazón a buscarle si queremos ver Su mano obrando en nosotros, nuestras familias, congregaciones y por qué no, en nuestra nación.

Y esto es personal… depende de ti y de mí.

Escrito por un Pastor de la ACyM

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