Hemos visto como la Alianza Cristiana y Misionera ha vibrado con la comisión de evangelizar el mundo. La vimos llegando con el evangelio al África y al Asia y ahora veremos colocando la bandera cristiana en nuestro continente.
Latinoamérica era considerado como un continente cristiano, debido que la iglesia católica romana tenía sus misiones desde los años de la conquista española. Sin embargo, eso no impidió que el Señor pusiera en el corazón de siervos suyos el deseo de venir a Latinoamérica a sembrar el evangelio.
Es así como 1897 es una fecha muy importante para tres países sudamericanos, pues los primeros misioneros aliancistas llegan a Ecuador, Argentina y Chile. Estos países son los primeros en celebrar el centenario aliancista en Sudamérica. Al pasar de los años otros misioneros fueron llegando a nuestra América morena con el poderoso mensaje del evangelio.
Los comienzos fueron muy difíciles, incluso la llegada a ciertos países parecía incierta. Sin embargo, el deseo y celo de predicar el evangelio no desalentó por esto, todo lo contrario, fue un desafío al llegar a estar lejanas tierras a evangelizar a las personas.
Ahora veremos a grandes rasgos como se instaló la Alianza Cristiana y Misionera en nuestro país.
En 1880, Chile abrió sus puertas a muchísimos inmigrantes de Suiza, Alemania e Italia para que colonicen especialmente el sur del país. Entre este grupo especialmente suizos y alemanes habían muchos cristianos que traían el ferviente deseo de continuar sirviendo al Señor en este nuevo país, pero no tenían ni conocían a pastor alguno que los dirija y guíe, que además hablara el alemán – su idioma natal – pues como venían llegando no hablaban el castellano. Por esto comenzaron a orar, pidiendo al Señor que les envíe un siervo suyo para que les ministre, o sea, predique la Palabra e instruya a los nuevos convertidos.
Por este tiempo el Señor estaba hablando al corazón de un matrimonio norteamericano: Henry Weiss y señora. Ellos se estaban preparando para ir a la India como misioneros, pero Dios quería que ellos vengan a Chile a evangelizar, además hablaban el alemán. Y como Dios hace las cosas en forma extraordinaria, así también obró para que ellos cambiaran sus planes y decidieran venir a Chile.
Estando ellos concientes que era un genuino llamado del Señor y aunque la Misión no podía darles apoyo financiero partieron de su patria rumbo a la nuestra con poco dinero y muchas cosas en contra, como el embarazo de la señora Weiss y no hablar el español. El dinero se les terminó en Panamá (América Central), como el Señor no abandona a sus hijos y como cuando El llama a su servicio confirma su llamado, hizo que el hermano de Weiss se encontrara con otro gran siervo, el hermano Alberto E. Dawson que también venía a Chile como misionero de Canadá. El tampoco tenía respaldo económico de misión alguna, pero tenía recursos económicos, así que le prestó dinero al hermano Enrique Weiss y señora para que lleguen a Chile.
Fue así como el puerto de Talcahuano fue testigo de la llegada de ese obediente siervo de Dios, un día de abril de 1897. Se instaló en una pieza en Concepción donde llegó al mundo su hija mayor, María. Como supo y se dio cuenta que la misión Presbiteriana y la Metodista estaban evangelizando de Concepción al norte y el pastor Simpson siempre quiso llegar donde nadie ha llegado, el hermano Weiss siguiendo esta política le pidió al Señor un día a orillas del Bio Bio, “danos la región de aquí al sur”.
El Señor respondió a su petición cuando los colonos alemanes supieron de él y su esposa y les pidieron que trabajaran con ellos, a lo que Enrique Weiss y familia aceptaron de buena gana. Fue así como trasladó su residencia a Victoria, lugar donde los hermanos compraron una propiedad que fue la primera de la Alianza Cristiana y Misionera en Chile.
La evangelización en el sur de Chile no fue cosa fácil. El clima inclemente del otoño e invierno, además de la falta de buenos caminos y de locomoción hicieron que la empresa se dificultara. A esto hay que agregar el rechazo y la persecución católica romana a los evangélicos. Pero con todo esto, el hermano Enrique vio respondida su petición que hiciera a orillas del río, pues en 18 años de ministerio en Chile, desde Victoria a Ancud (Chiloé) la Palabra del Señor había dado fruto y había iglesias o bien hogares donde los hermanos se reunían a servir al Señor.
Hoy debemos dar gracias al Señor que la presencia de la Alianza Cristiana y Misionera está desde Arica a Punta Arenas, pasando por las principales ciudades del país y también en muchas otras ciudades, pueblos y campos. Aunque no estamos en todas las regiones y ciudades de nuestro país, tenemos el desafío misionero que ardía en el corazón de don Alberto Benjamín Simpson y don Enrique Weiss. Como iglesia tenemos una zona misionera a la que debemos apoyar con dinero y oraciones. Tenemos familias pastorales y misioneras en la I y II regiones que están haciendo lo mismo que el hermano Weiss, predicando el evangelio. No les olvidemos, sino que apoyemos su labor continuamente.
En Chile,tenemos obra en todos estos lugares, considerando iglesias urbanas, rurales, trabajo evangelizador entre colonos (que aún quedan), mapuches, etc.
Y en Latinoamérica, la Alianza Cristiana y Misionera tiene iglesias en estos países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Educador, Guatemala, México, Perú, República Dominicana, Surinam, Uruguay, Paraguay, Haití y Venezuela y se predica el evangelio en español, portugués, inglés, japonés, chino y muchos dialectos indígenas.
Debemos dar gracias al Señor por estos siervos esforzados y valientes que supieron hacer frente a los conflictos y seguir adelante con la bandera cristiana en alto predicando el evangelio. Después del hermano Weiss vinieron muchos misioneros más predicando y es así como actualmente tenemos en nuestros medios nueve matrimonios y sus familias y seis misioneros solteros que sirven en diversas iglesias del país.
Tengámosles presentes también en nuestras oraciones, así también como a las ciento dos familias pastorales desde Arica a Punta Arenas.
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