Lección: Esta semana veremos la última sílaba de la palabra
“ALABANZA” y vamos a pensar en dos personajes más que alabaron a Dios. Esta vez
se trata de un padre del N. T. que era un anciano sacerdote y una madre del A.
T. que era estéril.
Zacarías: (Lucas 1.67 – 79). En el evangelio según San Lucas
tenemos la narración de la concepción milagrosa de dos bebés: Juan el Bautista
y Jesús. Hoy veremos algo sobre el padre del gran profeta Juan el Bautista. Su
nombre es Zacarías. Era un sacerdote y su esposa Elisabet también provenía del
linaje sacerdotal. Ambos eran de edad avanzada y no habían tenido hijos porque
ella era estéril, además “ambos eran justos delante de Dios y andaban
irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor” (vr. 6).
Un día le tocó a Zacarías ofrecer
incienso en el santuario, este era una labor de él como sacerdote. Mientras lo
estaba haciendo, se le apareció un ángel del Señor que le dijo que su esposa
tendría un hijo que sería una persona muy especial cuando creciera y se
llamaría Juan, como Zacarías era un hombre mayor y su esposa también y además
estéril, no creyó lo que el ángel le dijo, por lo tanto, como castigo quedó
mudo hasta que el niño naciera.
Lo dicho por el ángel ocurrió:
Zacarías no pudo hablar, Elisabet quedó embarazada, el niño nació y se le llamó
Juan y Zacarías recuperó el habla. Cuando esto ocurrió, él comenzó a elevar un
cántico profético y de alabanza a Dios. Lo primero que dice (1.68 – 79) es
“Bendito el Señor Dios…” Nos imaginamos la alegría de él y su esposa por su
hijito. Ellos en su felicidad no olvidaron al Señor sino que le alaban y
bendicen. Esto nos muestra el agradecimiento de este hombre a Dios. Su alabanza
nace de un corazón lleno de gratitud.
Piensa en lo que el Señor cada
día te da y sé agradecido. Demuéstralo alabando Su nombre.
“Mi corazón está dispuesto, oh Dios; Cantaré y entonaré salmos; esta es
mi gloria”
Salmos 108.1
ANA: (1º Samuel 2.1 – 10). De esta mujer del A. T. podemos
aprender lo que es confiar en Dios a pesar de lo aparentemente imposible y
alabadle cuando Él obra poderosamente.
Ana era una mujer muy triste
debido a que no podía tener hijos. Ella sufría mucho por este problema, pero lo
puso delante del Señor. Es decir, en oración le contó a Dios como se sentía por
no poder tener hijos, y como deseaba tener un bebé. Luego le dijo al Señor: si
“…dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de
su vida…” (1º Samuel 1.11). Esta oración la hizo Ana en el templo en Silo. Ella puso su fe en
que el Señor le concedería su petición. Se secó las lágrimas y disfrutó de la
festividad en la que estaba participando y contenta se fue a su casa.
Dios contestó la oración de Ana.
Al poco tiempo quedó embarazada y nueve meses después dio a luz un hermoso bebé
varón. ¡Te imaginas la felicidad de ella y su esposo Elcana! Por fin tenían un
hijo.
Ana había prometido que ese niño
lo dedicaría a Jehová y no lo olvidó ni se arrepintió al momento de hacerlo.
Pues cuando Samuel era muy niñito Ana lo llevo al templo y se lo entregó a Elí
diciendo: “Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que pedí. Yo, pues, lo
dedico también a Jehová; todos los días que viva será de Jehová” (1º Samuel
1.27 – 28).
Después de eso Ana oró al Señor y
le alabó. Le dijo lo que Él era. Leamos juntos 1º Samuel 2.1 – 10. Para una
mujer judía el ser estéril era una vergüenza grande. Muchas veces lo tomaba
como un castigo. Por eso Ana alaba a Dios en el vr. 1 mostrando como se siente.
En el vr. 2 dice lo que es Dios para ella: santo, único, refugio. En el vr. 3 –
5 habla del todo poder de Dios y los versículos restantes exaltan Su soberanía.
Como te puedes dar cuenta, esta
ama de casa común y corriente se convierta en alguien muy especial e importante
debido a su fe en Dios. Ella pidió un milagro, tuvo fe que Dios lo haría y
recibió el milagro. Después cumplió con su promesa.
Luego oró a Dios y le alabó por
Su respuesta. ¿Sabes otra cosa? El Señor dio a Ana cinco hijos más (tres
hombres y dos mujeres, 2.21). Cuando uno pide algo al Señor, El siempre da más
de lo que se le pide.
“Alabad a Jehová, invocad su nombre; Dad a conocer sus obras en los
pueblos”
Salmos 105. 1
No hay comentarios:
Publicar un comentario