30 de octubre de 2012

¿Estaremos necesitando un nuevo Martín Lutero?


  "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí" (Juan 5:39).

                           Por: Myriam Judith Barrera Pérez

Una de las actividades más educativas, luego que se ha pasado por el proceso de aprender a leer, es leer. ¿Juego de palabras? ¿Mala redacción? No. Es una verdad innegable para quienes han llegado a la meta profesional, artística, etc., y quienes confirman que la lectura fue su arma para capacitarse, especializar sus conocimientos y llegar a lograr lo máximo en su vida.

No voy a hablar sobre el lenguaje en si, solo quiero llevarlos a reflexionar que, cuando uno tiene una habilidad especial por la lectura, puede leer cuanto libro, artículo, diarios, caiga en sus manos. Sin embargo, hay Un Libro, que aunque lo leamos una y otra vez, siempre encontramos, una nueva lectura, una nueva enseñanza y nueva forma de ver y vivir la vida, me refiero a Las Sagradas Escrituras.

Actualmente, es un libro que se traduce en un sin fin de idiomas, lenguas o dialectos y que por esas traducciones, muchas personas han dado su vida, para que otros tengan en sus manos la preciada lectura de la Biblia, donde encuentran palabra viva, enseñanzas eternas que  cambian  la conducta de quienes logran tenerla  en sus manos y leerla.

Sin embargo, debemos detenernos a pensar que se enseña hoy día en nuestro medio, es decir, en nuestras iglesias. Se han formado diversos ministerios en los cuales, enarbolando la enseñanza bíblica, introducen temas o lecciones que si bien aportan verdades bíblicas, solo se enfocan en lo emocional; en testimonios muy personales, situaciones que competen al ámbito donde ocurrieron geográficamente; o también en situaciones muy puntuales y particulares. Esto, a la larga, va produciendo en quienes asisten a estos cursos de “ministerios” a desarrollarse solo en lo que a ellos, particularmente les afecta, olvidándose o tal vez nunca se enteraron, que  el cuerpo de Cristo es un todo, y que cada miembro debe y cumple una función específica en él.

Hace 495 años atrás, el monje Martín Lutero se revela contra el Papado en Roma y clava en la puerta de la iglesia de Wittenberg las llamadas noventa y cinco tesis, donde deja al descubierto parte de los abusos que Roma y sus teólogos hacían a los creyentes.

         ¿Cuál fue el motivo que llevó a  Martín Lutero a revelarse al Papado y escribir esta tesis? La lectura de la Biblia. Comenzó a escudriñar sus libros y a medida que lo hacia su mente se habría a una nueva forma de vida, a una libertad espiritual que no tenía en el monasterio en el cual se preparó para ser monje agustino. Su creencia en Dios y la fe que obtuvo por medio del Espíritu Santo, lo transformó en un estudioso de Las Escrituras, y Dios lo usó para que se produjera una revelación extraordinaria en el mundo,  que fue  predicar la salvación por la fe, por la certeza en los méritos de Cristo, siguiendo sus ejemplos y doctrinas.

       ¿Tendremos que esperar un nuevo Martín Lutero en el siglo XXI, para que el liderazgo de la Iglesia evangélica en general, vuelva a “Escudriñar las Escrituras” y  descubra que la decadencia espiritual, el relativismo religioso, el materialismo consumista, el permisivismo arbitrario, ha llegado a los púlpitos y ha enceguecido a los siervos del Señor, quienes han contagiado a sus membresías y hoy, solo nos sumamos a los grupos religiosos que ofrecen una alternativa de vida, netamente emocional, además social y de diversión espiritual?

Este es el mes de la Reforma, en que se recuerda al gestor de esta celebración,  un hombre temeroso de Dios, que se propuso escudriñar la Biblia para salir de su ignorancia religiosa y que heredó a las generaciones posteriores la simplicidad del evangelio y que desmoronó las enseñanzas de Roma al repetir lo que dice la Biblia respecto a la justificación por las fe: “…que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” “…mas al que no obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” “Justificados, pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” Romanos 3:20; 4:5; 5:1.

Es aquí donde debemos hacer un alto y pedirle a Dios nos dé objetividad para analizar si lo que la iglesia evangélica de la cual somos parte, sigue los preceptos bíblicos,  o se perdió en las muchas actividades, grandes eventos espirituales, encuentros espirituales traídos o exportados  desde otras latitudes, olvidando que Dios a todos capacitó, para tener una creatividad espiritual acorde a la idiosincrasia en que estamos inmersos, a las capacidades individuales y colectivas de su membresía y a una pasión por las almas de nuestros próximos y del prójimo.

Martín Lutero, una vez excomulgado fue protegido en el castillo de la Wartburgo y ahí tradujo la Biblia al alemán vulgar, posteriormente predicó la Reforma en toda Alemania. Dio ejemplo de tener pasión por las almas perdidas y mientras pudo predicó la salvación de Jesucristo por medio de la fe.
Para finalizar, les dejo una pregunta y una petición global:
¿Es necesario levantar un Martín Lutero para que volvamos a estudiar Las Escrituras y empaparnos de las verdades eternas, para luego ser ejemplo de los creyentes?
Como dice el libro de 1 de Timoteo:…“sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. …ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”. 1Timoteo 4:12, 13, 14, 15, 16; y oremos hermanos para que en la simplicidad del evangelio, volvamos a las sendas antiguas y prediquemos a un Cristo resucitado, que justifica por la fe y que dio su vida para redimir a la humanidad perdida. Amén.-


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