18 de junio de 2013

ALABANZA


Materiales: La palabra alabanza en letra de molde de tamaño grande (depende de la sala). Péguela frente al auditorio. También puede escribirla en un pizarrón hacia abajo y hacia el lado escribir los nombres de las personas que se mencionarán y la cita bíblica entre paréntesis.

Lección: 
Domingo I: Este mes hablaremos sobre la alabanza. Y en primer lugar aprenderemos lo que significa alabanza. Según el diccionario es “elogiar, celebrar con palabras”. Dicho de otra forma es decir palabras lindas a otra persona. A todos nos gusta eso ¿verdad? Si yo te digo: “Claudia que linda te ves con ese vestido” ó “Mauricio, luces muy buen mozo con esa camisa”. ¿Verdad les hace sentir bien? Hay veces en que la alabanza no se hace en forma sincera, entonces es una alabanza mentirosa, una hipocresía. La persona que la recibe puede pensar que es verdad lo que se dice y luego saber que no es verdad, se sentirá muy mal, engañada y decepcionada. ¿Te ha pasado eso alguna vez?

La Biblia dice que en el Salmo 117.1 “Alabad a Jehová, naciones todas; pueblos todos, alabadle”. Eso significa que todos los países de la tierra deben decirle a Dios lo que El es.  Y ninguno puede decirle mentiras porque El todo lo sabe. La alabanza a Dios debe ser sincera y de corazón.

Hemos dicho lo que la alabanza es: decirle a Dios lo que El es. La Biblia nos da muchos sinónimos de alabar, especialmente en los Salmos. Podemos ver que exaltar, glorificar, adorar, honrar, engrandecer, magnificar, se toman como sinónimos, es decir, significan algo similar a alabar.

A continuación veremos algunos personajes – domingo a domingo – que de una u otra forma alabaron a Dios en diversas circunstancias.

Abel: (Gen. 4.4) Comenzaremos hablando de Abel, segundo hijo de Adán y Eva. La Biblia nos dice que ambos hijos, o sea, Caín y Abel, llevaron una ofrenda a Jehová. Las ofrendas se ofrecían para agradecer a Dios por su cuidado, por todo lo provisto. Era para alabar a Dios por suplir las necesidades. Decirle gracias por demostrar Su amor y cuidado.

La Biblia nos cuenta que Abel trajo lo mejor de su rebaño como ofrenda a Jehová “…trajo… de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas”. Lo mejor para Dios y eso agradó mucho al Señor. Imagínate, Dios cada día nos da todo nuevo. Un día nuevo para vivir, su misericordia se renueva diariamente, su amor no se desgasta, su fidelidad no cesa, El es el mismo – no cambia. Abel lo experimentaba día a día, por eso, como agradecimiento por todo ello y mucho más escogió lo mejor que tenía para dárselo al Señor.

La Biblia dice que Dios miró “Con agrado a Abel y a su ofrenda”. Primero miró a Abel y después su ofrenda. Eso nos muestra que Dios no se preocupa tanto por la ofrenda en sí, sino por la actitud del que ofrece. El corazón de Abel, su intención, su sinceridad fue lo que llamó la atención del Señor. La alabanza de Abel brotaba de la sinceridad de su corazón y mente. Su ofrenda no fue hipócrita, sino verdadera.

En la iglesia o en la casa puede que alabemos a Dios de una forma muy “bonita” para la gente que nos escucha, pero puede que no sea una alabanza que salga de un corazón hermoso ante Dios. Orar bonito, o cantar lindo, no es garantía de que Dios se agrade de nosotros.

Cuando Dios vio esto en Abel, vio que su ofrenda era una consecuencia de un corazón y vida agradecidos a El.

Pensemos en esto que aprendimos. Dios nos mira primero a nosotros y luego nuestra ofrenda.

Ofrezcamos a Dios una alabanza hermosa y digna de El con nuestro corazón agradecido por todos Sus beneficios hacia nosotros. Alaba a Dios luego de considerar todo lo que El te da.

“Aleluya, alabad a Jehová, porque El es bueno; porque para siempre es su misericordia”. 
Salmo 106.1

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