El
tema de lo que involucra buscar a Dios sin duda conlleva muchas cosas. Lo primero en lo que pensamos es en dedicar
tiempo de manera especial a la Oración, y en ello ya tenemos dos elementos,
oración y tiempo.
Dios
se relaciona con los suyos de distintas
formas, y habla a cada uno de forma personal.
Una
de las cosas que debemos recordar, es que nuestra vida, nuestro ser, nuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo, y como tal, necesita de cuidados que
involucran permanecer en comunión con nuestro Dios.
Encontramos
un relato en la Biblia, en el Antiguo Testamento, en (2Cr. 28 y 29), donde se
nos habla de cómo el malvado rey Acaz envió a apagar las lámparas y a cerrar
las puertas del templo del Señor.
Conocemos cuánta disposición y cuidado hubo para construir dicho
templo. Acaz se dedicó a la adoración de
ídolos e instruyó al pueblo a hacer lo mismo.
Al
asumir su hijo Ezequías el reino se nos da a entender que una de las primeras
obras de su reinado fua abrir el templo, cuando esto sucede se descubre que
dentro del templo se había acumulado gran cantidad de “inmundicia” (29:16).
Cuando
disponemos nuestro corazón a buscar al Señor, debemos tener claroque tal vez El
apuntará a través de Su Palabra a ciertas cosas que pudieran estar guardadas en
Su templo que somos nosotros y que es necesario quitar.
A
través de distintos relatos bíblicos encontramos a muchos siervos de Dios que
dispusieron su corazón a buscarle y a querer hacer Su voluntad, cuando uno de
ellos se dispuso, tuvieron que renunciar a algo, pagar un precio, para lograr
esa vida de intimidad con Dios.
En
el Nuevo Testamento encontramos el costo del discipulado, el llamado de Jesús
es radical. Pasajes como (Lc. 9:57-62;
14:25-33) nos hablan de un precio a pagar.
Buscar
a Dios significa estar dispuestos a pagar ese precio, quizá tener que invertir
el orden de nuestras prioridades, para dar lugar a la voluntad de Dios para
nosotros, que pudiera ir en un sentido distinto a lo que hemos planificado.
Hombres
y mujeres, tanto en los tiempos bíblicos, como en todo tiempo, se han dedicado
a buscar a Dios, a querer tener una relación más cercana y mejor con El, y aun
cuando esto ha tenido su precio, sin duda los resultados han sido maravillosos,
tanto en lo personal, en sus familias, congregaciones, lugar de trabajo o de
estudio y donde desarrollen su vida, han impactado.
Volviendo
al rey Ezequías, él vio el resultado de su búsqueda, el culto al Señor fue
restaurado, y el pueblo volvió el corazón a su Dios. Hubo limpieza del templo, fue quitada la inmundicia,
las lámparas volvieron a ser encendidas, la eficacia del Evangelio y el dar
testimonio con autoridad, también es resultado de una vida de búsqueda.
Las
demandas de Jesús fueron acogidas por aquellos que estuvieron dispuestos hasta
a ofrendar sus vidas para que el Evangelio corra y muchos más alcancen
salvación.
Comencemos
a abrir las puertas del templo, nuestra vida, para que Su Palabra que es
lámpara ilumine y muestre que cosas no le son gratas y en obediencia y
consagración renunciemos a ellas en completa limpieza de corazón.
Con
el fin de ver el fruto de ello, vale la pena dedicar tiempo y disponernos a
quitar todo lo que pueda estorbar Su obrar en nosotros.
Necesitamos
disponer nuestro corazón a buscarle si queremos ver Su mano obrando en nosotros,
nuestras familias, congregaciones y por qué no, en nuestra nación.
Y
esto es personal… depende de ti y de mí.
Escrito por un Pastor de la ACyM
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