Esta historia viene de Nigeria, África. La tribu Yagba eran caníbales y ellos colgaban las calaveras de sus enemigos después que habían comido las víctimas. Nadie había llegado a esa tribu para contarles las buenas nuevas de amor de Dios para ellos al enviar a Jesús, su hijo, como su salvador hasta que llego un Joven misionero, Tomas Titcomb.
Cuando Tomas Titcomb llego a los Yagba, el viejo cacique no sabía qué hacer con el, así que dio una choza con 11 calaveras colgando del techo.
No muy lejos de la choza había una gran piedra donde mataba a los cautivos, y los ponían a cocer en una gran olla.
El misionero no pudo tener grandes reuniones, pero podía hablar con algunos de la tribu y luego 4 personas de la tribu dieron su vida a Jesús.
Dos de estos fueron matados y la vida de Tomas estaba en gran peligro. Por dos meses. El no se atrevió dejar su choza. Los guerreros de la tribu marchaban alrededor de la aldea cantando un canto de muerte que ellos siempre cantaban antes de matar a sus víctimas. El misionero sabía que era por el, pero el oro ferviente que alguna forma esta gente pudiera oír el evangelio y convertirse a Jesús.
Sus oraciones a Dios fueron contestadas Una mañana, con mucho valor el salió de su choza y se enfrento con los caníbales cantando un himno. Ellos escucharon con sus caras enojadas. Entonces Tomas dijo “siéntense” y ellos quedaron sentados mientras les predicaba las buenas nuevas. Mientras escuchaban a la palabra de Dios, el espíritu Santo hablo al corazón del cacique.
Lagrimas corrían por las mejillas del viejo cacique al pararse para recibir a Jesús como su salvador y pronto una Iglesia comenzó. Esta gente tenía costumbres raras y muchas supersticiones. Ellos creían que cuando nacían mellizos era una gran tragedia, estaban seguros que eso querían decir que algún mal iba a caer sobre ellos. Un día había una gran conmoción. La gente corría aquí y allá, alborotados.
Entonces tomas escucho que una madre había dado a luz mellizos y uno de los mellizos había fallecido y que el mellizo vivo había sido enterrado en la misma sepultura. Que terrible pensar que una guagüita inocente había sido enterrada viva. El misionero fue corriendo al sepulcro, movió la tierra, y salvo al mellizo vivo.
Tomas miraba a su alrededor a la gente que se había juntado para ver que iba a hacer el misionero. Nadie quería llevar a la guagüita y criarla. Así que el llevo a la guagüita a su choza porque la gente le tenía terror a mellizos. Pero ¿Cómo iba el a alimentar a este recién nacido?
Encontró una botella, y con un tubito de su máquina fotográfica y una tapita de una botellita de medicina le dio leche de una cabra. La criatura creció sanita y fuerte bajo el cuidado amoroso del misionero. Cuando este niño era más grande, escucho de Jesús. Entendió que era pecador, porque la Palabra de Dios dice que todos hemos pecado… También escucho del amor de Dios y como había dado a su único hijo para que todo aquel que creyera EN El no perezca pero tenga vida eterna. El día vino cuando el pidió a Jesús que fuera su salvador.
Unos 25 después, iba a haber una gran conferencia. La gente que amaba a Dios venia de todas partes. Mucho caminar a pie por días. 1500 creyentes se juntaron para esta conferencia. Muchos contaron cuan bello el Señor había sido con ellos y como el Señor les guío para ser Cristianos y como ganar a otros para El. Una ofrenda fue recibida en la conferencia. La mayoría de las gentes eran pobres, pero cada uno dio con sacrifico al Señor. Después de recibir la ofrenda, el líder anuncio cuando era, pero dijo, “ Esto no es suficiente”. No solo debemos dar el dinero que tenemos, pero debemos darnos a nosotros mismos para su servicio” Dios estaba obrando fuertemente en los corazones de las personas y entonces hombre jóvenes se pararon para manifestar su deseo de dar sus vidas al Señor y llevar las buenas nuevas de Jesús a otros. El pastor que dirigía, el cual Dios uso grandemente, era el mellizo que había sido enterando vivo y rescatado por el misionero Tomas.
Dios bendijo y uso maravillosamente a Tomas. La tribu yaga ya no mataba y comía a la gente. En vez de cantar el canto de la muerte a alguien, ahora cantaba a Jesús. Después que el misionero había estado allí 32 años, hubo otra conferencia.
Esta vez 3000 cristianos se juntaron para celebrar la Santa cena. Esta gran celebración, que nos recuerda la muerte del Señor Jesús por nuestros pecados, tuvo lugar en la gran piedra donde años atrás, muchos sacrificios humanos habían ocurrido.
Ahora esa piedra fue usada como mesa para la santa cena. Esto fue un gran milagro. Nadie pudo haber cambiado los corazones y vidas caníbales excepto nuestro gran y maravilloso Dios.
El todavía hace los más grandes milagros si s que lo dejamos. No sabemos como Dios lo hace, pero cuando le pedimos a Jesús que nos perdone nuestros pecados y nos haga hijos de Dios. El lo hace inmediatamente ¿Ha hecho El milagro en tu vida?
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